Esta fue la pregunta que Lucía me hizo cuando llevábamos unos cuántos días atravesándo los innumerables maizales de Portugal este verano.
"¿Cómo te imaginabas el Camino?". A decir verdad, me imaginaba algo más salvaje, más monte, más atravesar bosques sin señalizar, y en realidad, el Camino Portugués que comenzamos desde Oporto llega a estar sobreseñalizado, y parece que esto ha mejorado en los dos últimos años.
"Yo me imaginaba un camino seco, ancho, sin árboles alrededor, y la gente jiñando en las lindes", me dijo Lucía. Si yo hubiera tenido esa idea, nunca habría empezado el Camino. En realidad lo hice porque es algo que quería hacer en la vida, y porque seguro que tenía que ser una experiencia diferente (buena, mala, neutra, pero que no deja indiferente), más que nada porque todo el mundo repite. No conozco a nadie que me haya dicho lo contrario (aún).
Y así fue; al final, repetiré. Otro Camino, pero seguro que repetiré. Aunque podría resumir cada etapa en asfalto, lluvia, más asfalto, maizal, caca, lluvia, maizal, series de televisión, maizal, cuesta, bajada, maizal, gran cuesta, gran maizal (al final estaba convencida que alguno de los niños malditos de
Los niños del maiz acabaría apareciendo de entre las verdes hojas de estas plantas), caneca de cerveja, más maiz,... con todo esto, la superación, la compañía, la mayoría de los paisajes (podríamos quitar la zona industrial de O'Porriño), el estar con uno mismo, caminar solo o acompañado... hacen que la experiencia merezca la pena.
Si queréis conocer las etapas y pormenores de nuestro viaje, mi amigo Kykoche ha hecho un resumen estupendo en su
blog. Lo que sí voy a poner yo es la foto que demuestra que casi todos (Ainhoita no pudo terminar :() conseguimos nuestro objetivo :).
Recomiendo esta experiencia, y recomiendo el Camino Portugués, sobre todo la parte portuguesa... que viva el maiz!!!!